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El día siguiente, en el Campamento de los Soldados, Longinus no se levantó, había dormido mal y estaba con una desagradable fiebre ardiente. Tan alto era la fiebre que su cuerpo se agitaba ininterrumpidamente. Benka, persona sabia en ciencias que ayudaba al Sinedrio (el Gran Consejo de los judíos), fue al alojamiento militar para verlo. Después de examinarlo, recomendó que él fuese alimentado convenientemente y se quedase por lo menos durante 4 días en reposo. Yossef, un amigo que obtuvo en Jerusalén, sabiendo de sus dificultades, lo llevó a su casa y lo dejó bajo el cuidado de su familia, propiciándole el consuelo y todo lo necesario para ayudar en su recuperación.

En el momento en que Longinus fue llevado a la casa de Yossef, estaba tan mal, con la fiebre tan alta que él estaba delirando. Él fue colocado en un cuarto ancho con una gran ventana, donde entraba mucha luz y la exuberante claridad del sol. Pero él no estaba en condiciones de disfrutar de ese consuelo y ni de reconocer nadie, para cambiar impresiones en razón de su propia condición de salud.

Benka volvió a visitarlo para acompañar la evolución de su caso, pero la fiebre continuaba y hizo con que él transpirase y si moviese en la cama. Las veces se contuerce tanto en el lecho, de uno para o otro lado, como si quisiese quedar libre de alguna fuerza que lo retuviera a la cama. En otros tiempos quedaba inmóvil, con los ojos mirados fijamente, pero sin ver nadie lo que pasaba. Cuando le despertaron en el día siguiente, sentía una debilidad terrible y la ropa que vistió, estaba completamente húmedo de tanto transpirar. La familia de Yossef, siempre atento y útil, acompañó las reacciones de su organismo y intentó servirlo de la mejor manera. Debido a la fiebre, Longinus se quedó un poco atonto y tenía dificultad en reconocer a las personas que afectuosamente lo rodeaban. En el tercer día, en la hora del almuerzo, se decidió sentarse a la mesa en compañía de todos, porque se sentía mejor, podría caminar con desembarazo y no reclamaba debilidad. Terminado la comida, Yossef oró alto:

Nosotros le damos gracias, SEÑOR DÍOS, por la comida que comimos. Que ella sea buena a nuestro cuerpo y también estimule la fidelidad de nuestro espíritu.

Aquella palabra "espíritu" incitó Longinus. Él creía en una porción de dioses y contaba con la protección de la mayoría, siempre en un sentido material, porque  nunca dijeron a él y ni él imaginó que las personas además del cuerpo, tuviese más alguna cosa. Así, tomado por la amistad que unía los dos y el deseo de satisfacer a su propia curiosidad, en la primera oportunidad en que él  estaba solo con Yossef le preguntó:

- Yossef, hoy después de la comida usted pidió la protección de los dioses en un cierto modo que yo no conocía. Yo siempre supe que nosotros debemos pedir para nuestro bienestar, a vencernos una guerra, a ganarnos dinero, y también alcanzarnos protección en todo las nuestras necesidades. ¿Pero pedir para el "espíritu", como es eso?

- Ésta es una historia muy extensa Longinus, que yo fui conociendo de tiempo en tiempo durante los años de mi vida, con lecturas de los pergaminos, haciendo comparaciones de los textos sagrados, alcanzando esclarecimientos con los doctores de la Ley, además mucho esfuerzo propio, observando y intentando deducir los mensajes de los profetas y buscando entrañar en sus corazones. Yo estudié el profeta Isaías, y sobre todo, hizo una profunda meditación en sus visiones de Juda y Jerusalén, en el tiempo de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequias que eran los reyes descendientes de David.

¿- Cómo lo consiguió éstos escritos?

- Algunas copias yo compré y las que quedaron, conseguí la autorización de los sacerdotes para copiar de los pergaminos del Templo. Yossef continuó:

- En el capítulo 7, verso 14 del Libro de Isaías, él hace una profecía mesiánica que llamó la mi atención:

"Por tanto, el mismo SEÑOR os Dará la señal: He Aquí que la Virgen Concebirá y Dará a luz un Hijo, y Llamará su nombre Emmanuel”.  (Isaías 7,14)

Es una previsión muy importante, porque ello nos revela que el Mesías nacerá de verdad entre nosotros y traerá salvación a todas las personas, perdonando nuestro muchos pecados y dejando medios para podernos santificar nuestra vida personal. En el capítulo 9, verso 7, Isaías escribió:

“Lo dilatado de su dominio y la paz no Tendrán fin sobre el trono de David y sobre su reino, para afirmarlo y fortalecerlo con derecho y con justicia, desde ahora y para siempre. El celo de JEHOVÁ de los Ejércitos Hará esto." (Isaías 9,7)

- Es el mismo que decir: nacerá y crecerá entre nosotros un NIÑO-DIOS que será el Príncipe de la Paz y formará un inmenso reino de amor y justicia, por todas las partes, trayendo paz a todos los corazones que dan la bienvenida a Su Divino Mensaje. Evidentemente, nosotros sólo vamos aceptar y considerar esta realidad cuando tendremos la comprensión de que no podemos servir a dos señores, al “bien” y al “mal”. Nosotros tenemos que saber optar: o servimos a Dios y buscamos nuestra salvación, o servimos a las fuerzas del mal, a los ídolos y entonces, sufriremos todas las consecuencias de nuestra decisión. Aquí, yo empiezo a contestar una parte de su pregunta: ¿pero, la salvación de que?

Naturalmente salvar el alma o nuestro espíritu, lo que es la misma cosa, porque el cuerpo nada más es que la ropa del espíritu. Con la muerte, él se pudriese y se transforma en polvo. El espíritu se queda vivo, él no muere y es exactamente él quién dará explicación el DIOS de todo que nosotros hicimos de bueno y mal, a lo largo de nuestra vida. Por otro lado, el hecho de nosotros tentarnos vivir de acuerdo con la Voluntad de DIOS, producirá un gran beneficio para nuestra vida presente, el SEÑOR concederá seguridad en el desempeño y paz interior en el vivir de cada día. En la lectura del texto sagrado el profeta nos da todas las indicaciones que nos conduce al CREADOR, y él afirma que sólo ese Dios salva, y salvará a todos que oír el suyo llamado:

“Publicad, y haced llegar, y entren todos en consulta: ¿quién hizo oír esto desde el principio, y lo tiene dicho desde entonces, sino YO JEHOVÁ? Y no hay más DIOS que YO; DIOS justo y Salvador: ningún otro fuera de MÍ. Mirad á MÍ, y sed salvos, todos los términos de la tierra: porque yo soy DIOS, y no hay más”. (Isaías 45,21-22)

- Con estas indicaciones y muchas otras también importantes, yo he tenido la oportunidad de hacer una comparación con una serie de hechos de origen sobrenatural que se pasaron aquí en Palestina durante tres años, a través de JESÚS DE NAZARÉ. Yo me refiero a la gran cantidad de curas extraordinarias y los milagros notables, con hombres ciegos que recuperan la visión, cojos que caminan y hasta personas muertas que fueran resucitadas. Cosas increíbles, nunca vista en alguna parte. Y en el mismo tiempo de todos estas manifestaciones visibles y incontrovertibles, se destacaban la autoridad y el poder de su Palabra, la manera clara y lógica, cuando ÉL explicaba las Sagradas Escrituras, de una manera auténtica y admirable, con palabras simples y directas que sensibilizaban bien en el fondo del corazón.

¿- Pero cómo, Yossef?

- Como, yo no sé, pero yo puedo decirlo atentamente que en mi íntimo, alguna cosa siempre me hacia confidencias, al principio tímidamente, pero después, cuando yo tuve la oportunidad de verlo y oírlo personalmente, todo fue confirmado en mi corazón que Aquél Hombre era de verdad el Mesías anunciado por el profeta Isaías. Los hechos fueron pasándose de una tal manera, tan visible y evidente, que la semejanza no podría ser negada, sobre todo por mí, que estudiaba esos textos sagrados, y tuve la gran felicidad de conocer  muchas ocurrencias y además, dar testimonio de hechos incuestionables. Ellos mataron a JESÚS, un Hombre inocente y grande Profeta sagrado, víctima de una conspiración diabólica nacido en el Sinedrio, probablemente encabezado por el Zumo Sacerdote Caifás, mancomunado con sacerdotes, escribas y los ancianos del pueblo (personas del Grande Concejo Judío con la edad avanzada).

Yo estoy casi totalmente seguro en decir que la causa principal fue el celo y la envidia. Ellos no consiguieron superar los argumentos irrefutables y repletos de lógica que el Rabino de Nazaré expuso, y ellos tampoco quisieron, mismo tiendo testificado a muchos hechos, creer en los milagros que ÉL hizo en beneficio de todos las personas que con perseverancia y insistencia, llenos de fe, lo buscaban. Por eso ellos mataron a JESÚS. Yo no fui al Calvario para dar testimonio de la crucifixión, porque yo estaba muy conmovido y perturbado con todo lo que yo estaba viendo. Volví a mi casa, con la voz embargada y el corazón amargado delante de tanta cobardía, sordidez e ingratitud.

¿- Cuándo esto se pasó, Yossef?

- Ocurrió en viernes pasado, y yo puedo afirmarlo con toda la convicción que ese Hombre era de hecho el HIJO DE DIOS.

¿- Porque tiene tanta certeza así, mi amigo?

- Longinus, yo he tenido la felicidad de conocerlo personalmente... Él era un Hombre admirable... Alto, con la piel quemada por el sol, cabello castaño-oscuro y largo hasta el hombro, barba oscura que ha compuesto una cara atractiva y llena de simpatía. Su mirada era tranquila y penetrante, irradiaba confianza e inspiraba la paz. Hay dos años pasados, Rebeca, mi hija más vieja, ayudando a mi esposa en los trabajos caseros, subió a la terraza para cerrar algunas goteras, cuando, en un momento de negligencia, se resbaló de la orilla del tejado y ha caído en la tierra con mucha violencia. El resultado fue una general parálisis del lado derecho y que la dejó profundamente postrada y perdiendo el interés por las cosas. No si alimentando convenientemente fue si consumiendo a los pocos, caminando a la muerte. Hace un año, es decir, en el Pascua del año pasado, regresaba del trabajo, cuando yo vi JESÚS a una cierta distancia caminando por nuestra calle y acompañado por gran cantidad de personas. Yo corrí a mi casa, tomé Rebeca en mis brazos y caminé con fe y determinación en dirección a ÉL, con la certeza que si ÉL quisiese curaría mi hija. JESÚS, al verme, disminuyó los pasos hasta detener. Mis piernas temblaron y me impidieron de continuar caminando normalmente a su encuentro. La respiración se descontroló y mi corazón pulsó fuertemente. ¡ÉL apenas miró para yo y  sonrió! ¡OH, Longino, que maravilla, cuánta ternura y cuánto amor salieron de la mirada y de aquello sonrisa! Yo me sentí como si una ola poderosa de calor me invadiera el pecho, me envolviese y me calentase, me dando un alentador consuelo. Con el haz tranquilo miró a Rebeca y con delicadeza extendió la mano en un gesto paternal, como si estuviera invitándola:

"Viene Hija"

Ella, con toda la prontitud, se desprendió de mis brazos, como si no tuviera nadie y completamente curada corrió para ÉL y se abrazaron con amor y efusión. Yo no resistí, estimado amigo, fue una emoción muy fuerte dar testimonio de la cura de mi propia hija simplemente con una sonrisa de JESÚS. (Lucas 18,15-16)

Yo lloré un largo y profundo llanto de emoción y alegría. Yo no sabía lo que hacer y mismo lo que decir, por eso yo he llorado, eran lágrimas sinceras que expresaban mi inmensa gratitud y mi felicidad. Con la mano conduciendo mi hija, caminaron hasta donde yo estaba y poniendo Su mano en mi hombro, lo apretó y dice:

- "Quede en paz, su hija esta curada."

Y ÈL continuó Su caminada acompañado por la muchedumbre, mientras yo repleto de emoción y con mis ojos llenos de lágrimas veía sus pasos ligeros siguiendo la calle para alcanzar otros corazones heridos en la carretera de la vida.

Longinus escuchaba calladamente y estaba tan admirado que momentáneamente no consiguió articular cualquier palabra. El nunca había oído una narrativa tan bonita y sorprendente. Después de algunos momentos él habló:

- Amigo, sin duda, usted ha tenido una experiencia estupenda. No hay palabras que pueden demostrar con honestidad el alcance de las verdades que tan simplemente me ha revelado. Mucho aprendí en este espacio de tiempo que nosotros estamos juntos. ¡Gracias!

En este momento, llegó Lisias, un amigo que vino a visitarlo. Yossef notó que él le querría decirle algunas noticias, por eso lo llevó a su cuarto. Lisias dijo:

- La ciudad esta repleta de rumores. Un murmullo se diseminó desde hoy por la mañana que dejó a todos agitados. El comentario es un solo: JESÚS Resucitó. Yo busqué algunos de los Discípulos de JESÚS, pero es difícil de encontrarlos. Todos están ocultos con miedo del personal de lo Sumo Sacerdote. Las mujeres son que están muy eufóricas y ellos confirmaron el hecho. Algunas, dijeran que se encontraran con ÉL y que JESÚS estaba maravilloso, cercado de un esplendor que deslumbraba.

- Alabado sea el SEÑOR DIOS. ¡Entonces, sin duda, JESÚS DE NAZARÉ es el verdadero Mesías! ¡Una noticia formidable, Lisias! Yo estaba seguro de esto y usted sabe las razones, pero ahora, con Su Resurrección, NUESTRO SEÑOR confirma todas las profecías y forzará a los incrédulos y aquellos de pequeña fe, repasar sus convicciones y sus conductas. Venga, yo quiero presentarlo a otro amigo. Tengo la certeza de que él gustará también de oír esta novedad.

Después de presentarlo a Longinus, por solicitación de Yossef, Lisias contó lo que sabía sobre el rumor de la Resurrección de JESÚS:

- ÉL había hablado que después de muerto en la Cruz, en el tercer día resucitaría. El Zumo Sacerdote José Ben Caifás y su suegro Ananás, conocido por el nombre Anás, que estaban combinados en la misma conspiración, ordenaran a tres soldados del Templo fijar con lechada la piedra que cerraba la tumba donde ÉL había sido enterrado, y ellos quedaran de guardia para evitar, que los Discípulos fuesen allí y lo quitasen y después fuesen decir que ÉL había resucitado.
Sin embargo, en la alborada de hoy, tercer día después del entierro, cuando las Santas Mujeres llegaran al sepulcro, él estaba abierto. Así ocurrió: la piedra del sepulcro rodó con gran ruido, al mismo tiempo en que aparecía una fuerte lumbre y una fuerza invisible lanzó los guardias contra la tierra, impidiéndolos de ver lo que pasaba, mientras JESÚS magnífico, involucrado por una aureola de luz muy brillante, se elevaba al Cielo. Pasado ese momento, los guardias consiguieron levantarse y ellos fueron al encuentro de los sacerdotes para decir lo que había ocurrido. Por otro lado, las Mujeres que fueran hoy por la mañana al sepulcro afín de ungir el Cuerpo del SEÑOR, una vez que eso no se había hecho el viernes debido no tener tiempo, ellos encontraron la tumba vacía, y cuando volvieron a la ciudad, encontró ÉL vivo. ¡ÉL se mostró a ellos! JESÚS había resucitado y estaba luminoso, su Haz estaba recompuesto y todas las heridas estaban cicatrizadas.
(Juan 20,1-20)

Lisias completó: por esa razón, ellas estaban eufóricas e entusiasmadas, tentando describir con más minucias la grandeza del evento, hablando con tanta firmeza y convicción que dejaran a los Discípulos silenciosos, admirados y sin palabras. Y completaron el informe diciendo que JESÚS querría encontrarse con todos ellos en Galilea.

Longinus estaba emocionado... Finalmente él puede sonreír, porque estaba más descontraído. Era como si ellos tuvieran quitado una responsabilidad pesada de cima de sus hombros, e así, más aliviado y consolado, querría saber los otros detalles del hecho. Cuestionó a los compañeros les haciendo muchas preguntas.

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