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- Un día, MARIA había terminado las tareas domésticas y reposaba en su cuarto meditando sobre su vida: la verdad de los sagrados papiros, su compromiso con José y su amor inmenso e irreprimible para con DIOS. De repente, un Ángel del SEÑOR apareció. MARIA se estremeció de emoción.... Y con miedo de lo inesperado quedó de pie. Muy avergonzada por sus dudas lo miró en silencio. El Ángel sonriendo saludó: "¡Te saludo, muy favorecida! El SEÑOR está contigo"! (Lc 1,28)

Oyendo el saludo, admirada pensó: "qué es ésto, mi DIOS?" Y contestando al saludo, inclinó la cabeza ligeramente y se quedó en silencio mirandole. Manifestando júbilo, el Ángel intentó tranquilizarla y dijo que era el Arcángel Gabriel y que estaba ejecutando los órdenes del Cielo: "¡No temas, MARIA! Porque has hallado gracia ante DIOS". (Lc 1,30) Y le reveló que el ETERNO PADRE le había colmado con SUS gracias y ELLA era alguién muy especial en el Paraíso Divino. Y continuando:

"Aquí Concebirás en tu vientre y Darás a luz un hijo, y Llamarás su nombre JESÚS. Este Será grande, y Será llamado Hijo del Altísimo; y el SEÑOR DIOS le Dará el trono de su padre David. Reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y de su reino no Habrá fin"(Lc 1,31-33).

MARIA sentió un placer indefinido y repleto de satisfación, DIOS correspondió a su amor, a su profundo y ardiente amor que a ÉL había consagrado con todo el ímpetu de su alma y con la mayor intensidad de su vida. Por esta razón, ELLA se perturbó visiblemente de emoción... Pero, recordando de su voto de castidad perpetuo que había hecho, preguntó al Ángel: "¿Cómo Será esto? Porque yo no conozco varón". (Lc 1,34) El Ángel le contestó: "El ESPÍRITU SANTO vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te Cubrirá con su sombra, por lo cual también el Santo Ser que nacerá será llamado HIJO DE DIOS". (Lc 1,35) Atenta y deliciando la sublimidad del amor Divino, MARIA de Nazaré continuó oyendo calladamente las palabras del Arcángel: "He aquí, también tu parienta Elisabet ha concebido un hijo en su vejez. Este es el sexto mes para ella que era llamada estéril".(Lc 1,36)

En esta oportunidadlos los bonitos ojos de MARIA deben haber brillado intensamente lleno de felicidad, porque ELLA tenía un cariño muy especial por su prima y sabia lo cuanto ella deseaba tener un hijo.

Y continuó el Arcángel Gabriel diciendo y argumentando con MARIA, que SU voto de castidad seria resguardado, puesto que sería una concepción milagrosa y completando, él afirmó: "Porque ninguna cosa será imposible para DIOS". (Lc 1,37)

Todo quedó en silencio absoluto... La naturaleza se detuvo, los pájaros no cantaron más, la expectativa era general... Sin embargo, para MARIA, en toda su simplicidad y modestia, era una pausa necesaria para poder respirar y así recuperar lo huelgo de sus sentidos, tan exaltados por la Bondad Magnánima e Infinita del CREADOR. Y ELLA dijo el SÍ tan esperado... el SÍ qué nos trajo al SEÑOR JESÚS, Salvador y Redentor de la humanidad. El SÍ qué nos propició la misericordia Divina y nos concedió la Vida Eterna, porque neutralizó la intensidad del Sí de Eva, aquél Si de la primera mujer al Ángel de la Oscuridad que originó el Pecado y la Muerte.

Entonces dijo MARIA: "He aquí la sierva del SEÑOR; hágase conmigo conforme a tu palabra". (Lc 1,38)

A partir de aquél momento, DIOS completó el Decreto de la Anunciación. El Arcángel Gabriel volvió para la eternidad y MARIA no quedó más sola, empezó el Santo alumbramiento de NUESTRA SEÑORA.

 

 

EN LAS MONTAÑAS DE HEBRON

- Recuperados sus sentidos por motivo de todas aquellas inestimables y extraordinarias sorpresas y guardando en su corazón las inolvidables emociones, MARIA pensó en su prima y sobre la necesidad de ella ser ayudada en la fase final de su embarazo debido a su edad avanzada. Por esta razón, habló con sus padres y Jose sobre el estado de Elisabet y de la importancia de visitarla para ayudarla hasta el nacimiento de su hijo. Ellos estuvieron de acuerdo y Joaquín que siempre viajaba a Jerusalén para hacer transacciones comerciales, prometió llevar a su hija en el próximo viaje, lo más pronto posible,: "En esos Días se Levantó MARIA y fue de prisa a una ciudad en la Región montañosa de Judá".(Lc 1,39), naturalmente su padre estaba con ELLA, junto a una pequeña caravana de comerciantes que pasó por Nazaré, justo para protegerse de los muchos ladrones que infestaban esa región.

Viajaron por 140 kilómetros de camino tortuoso y lleno de piedras hasta Jerusalén. Allí, él se quedó para trabajar y MARIA continuó su viaje a pie, por los 6 kilómetros que separan Jerusalén de Ain Karin, donde estaba viviendo su prima. El encuentro de las dos mujeres fue solemne y repleto de felicidad. Esa reunión era diferente de las otras, de otros tiempos, por la razón que estaba envuelta por el misterio de la maternidad de las primas. La satisfacción de MARIA en servir y ser útil a Elisabet inundó su corazón de una aparente felicidad, en un momento importante de su vida: Entró en casa de Zacarías y Saludó a Elisabet. (Lc 1,40)

Cuando su prima oyó el saludo, probablemente un afectuoso "shalon" experimentó una emoción que no era meramente una sorpresa, porque: "Aconteció que, cuando Elisabet oyó la Salutación de MARÍA, la criatura saltó en su vientre. Y Elisabet fue llena del ESPÍRITU SANTO" (Lc 1,41). En su útero el niño se movió al oír la voz suave de quien estaba repleta del ESPIRITU SANTO y había sido elegida para ser la MADRE DE DIOS. Por esa razón, Elisabet se quedó también repleta del ESPÍRITU DEL SEÑOR y lloró de emoción, porque ella y su marido en edad avanzada, recibieron dos gracias muy especiales. Primeramente, DIOS había oído sus súplicas cuando les concedió un hijo en la vejez, eliminando la marca de discriminación, conforme los propios hábitos de la comunidad, no tener hijo significaba "ser castigado por DIOS".

Segundo, por tener a su lado para ayudala, la estimada prima MARIA, la SANTA MADRE DEL SEÑOR. Por eso, consciente sobre esta verdad e inspirada por el ESPÍRITU SANTO exclamó:"¡Bendita Tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿De dónde se me concede esto, que la madre de mi SEÑOR venga a Mí? Porque he aquí, cuando Llegó a mis Oídos la voz de tu Salutación, la criatura Saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que Creyó, porque se Cumplirá lo que le ha sido dicho de parte del SEÑOR". (Lc 1,42-45).

Como era común en las familias orientales, MARIA compuso de improvisación un poema admirable llamado "Magnificat" que es un verdadero himno de glorificación a DIOS, todo el poema con expresiones extraídas de los sagrados papiros que ELLA conocia muy bien, y donde revelaba su gratitud al CREADOR por la maravilla de la Encarnación. Dijo MARIA:

"Engrandece mi alma al SEÑOR; y mi Espíritu se alegra en DIOS, mi Salvador, porque ha mirado la bajeza de su sierva. He Aquí, pues, desde ahora me Tendrán por bienaventurada todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho grandes cosas conmigo. Su nombre es santo, y su misericordia es de Generación en Generación, para con los que le temen. Hizo proezas con su brazo; Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. Quitó a los poderosos de sus tronos y Levantó a los humildes. A los hambrientos Sació de bienes y a los ricos los Despidió Vacíos. Ayudó a Israel su siervo, para acordarse de la misericordia, tal como Habló a nuestros padres; a Abraham y a su descendencia para siempre". (Lc 1,46-55)

Al octavo día después del hijo de Isabel haber nacido, el niño fue circuncizado de acuerdo con la ley, y recibió el nombre de Juan Bautista, que fue el notable precursor del SEÑOR.

"Y María se Quedó con ella por tres meses, y Regresó a su casa". (Lc 1,56), naturalmente en una caravana acompañada por un pariente.

 

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